Estas mañanas secas de noviembre,
con el viento a mi espalda
y los quitameriendas por el suelo,
son mucho de mi vida.
Los castaños deshojan en silencio.
Es hermoso el camino. Es hermosa
la vida y sus imágenes.
Faltan sólo a lo lejos mi casa echando
humo, mi madre en la ventana. La puerta
siempre abierta.
Y el niño que yo fui, con su cabás al hombro
y los chanclos gastados, volviendo de la escuela.