Y es que aunque nada puede
detenerse,
he sido tan feliz que es suficiente. Bajo
la tarde, aquí, recuerdo
ahora
la vida transcurriendo
como fruta brillante. Las fieles golondrinas
girando hasta la cuadra y el olor
de la hierba.
-Mi madre era tan joven-
Existió todo en mí. El cariño y la infancia
como un pan abundante,
los rayos del verano entrando
hasta la siesta. El nombre de los pájaros,
su canto. Las luciérnagas,
su silencio encendido sobre las noches
largas.
Ha sido tan verdad que ya es bastante.
Más allá, los postes de la luz,
los maizales,
y el mundo se acababa.