Muchacha enamorada



Fue en el Museo, en Atenas,
una hermosa muchacha
sobre el mármol
-realidad un día-
se ataba su sandalia.
No sé..., pero en sus brazos,
en el gesto tan dulce de su cara,
-la leve inclinación
de sus caderas,
los pliegues de su túnica
o sus labios brillantes-,
reconocí que estaba
enamorada.