QUÉ del amanecer
si fusilan la noche.
Qué trenes rasgarían el himen
de la aurora.
Bajarían las roldanas
del
crepúsculo
a por luz a lo incierto.
Llevarían los gitanos sus carros
estampados
a otra margen del río.
Cruzarían los relojes sus acueductos
curvos. Arrancarían sin gallos
las máquinas del alba.
Volvería Odiseo tan viejo a su palacio.
Sentiría Machado ladrar a los mastines
cerca de sus romances.
Decidiría Alfonsina encontrarse aquel día
mar adentro.
Cómo sería el amor
sin despertar y verse dulcemente
abrazado.
Vendrían los panaderos con sus hogazas
tiernas. Destilaría la alborada
en los versos silvestres. Penderían
las
gotas
de sus limpias
metáforas. Sería
capaz el hombre de acariciar
tan suave
como roza el frescor
al despertar los campos.
Cómo se pasaría de una tarde
a otra tarde. Por qué atajo
de frase, por qué túnel de verbo.
Qué pensaría el mirlo al no oír
la mañana.
Cómo sabrían del eco las consonantes
jóvenes.
Podrías mirarme a oscuras
y comprobar,
a tientas,
que, aunque fuera una sombra,
te amaría lo mismo que te quiero.